viernes, 12 de octubre de 2007

Muerte a la Muerte

Jóvenes Mortales:

Es probable que muchos huevones (mucho más huevones que yo y muchos más en cantidad) hayan intentado “matar” a la muerte… si hay algo escrito al respecto me importa un carajo, porque ahora lo estoy haciendo Yo.
Muerte debe ser el nombre que se le puso al hecho de dejar de utilizar éste cuerpo (y su respectiva personalidad) en este mundo…


“Todos vamos a morir”


Esa “verdad” es un acomodamiento y resignación mediocre a la que podría ser otra realidad no menos cierta.

La vejez es una enfermedad, la que comenzó, se estima, alrededor de 150-75 mil años con la decadencia de la era Atlante, por sus experimentos y alejamiento del camino correcto. Eso causó que nuestras vidas se acortaran a un 10% de lo que ellos vivían normalmente. Hay testimonios escritos en la Biblia respecto de las edades de algunos descendientes directos de los Atlantes (Matusalem dicen que vivió más de 700 años, Noé más de 600 años, el mismo Abraham salió campeón* con más de 90 años etc.) Hay gente huevona que afirma “Pero si antes se contaban los años lunares” (con voz de ahueonao(a)), bueno el calendario lunar consta de 13 lunas de 4 semanas c/u, si sacan la cuenta son las mismas 52 semanas que ahora, ¡ahueonaos!


"Shó usé Tamy"
Osvaldina Petrucito, 37 años

Lo cierto es que desde hace más de 10 años se sabe (por lo menos públicamente) que de había descifrado el código de no se qué mierda de las células, el asunto es que cuando una célula muere, da vida a una nueva célula pero degenerada (no en el sentido pervertido, toca niños y/o ganoso sin criterio) y ese es el proceso de envejecimiento natural. Los científicos ya saben como detener aquello, existen los remedios y más de alguien los está utilizando con resultados aún no perfectos, ¡claro!



El proceso es bastante simple, por medio de remedios y hormonas hacen que la célula que muere cree una nueva célula igual a sí misma; en teoría uno podría mantenerse en la edad actual por un tiempo indeterminado; cuestión que serviría para los viajes interplanetarios por ejemplo y otras innumerables mejoras (como la expansión del cerebro por medio del aprendizaje y sobre todo la experiencia…); podríamos tener, incluso, gobernantes sabios y justos! (si sé, me fui en la volá…)




¡Toi yica!, además puedo mear de lado

El lado B del asunto es que no podría ser para Todos… ya que el no perecimiento de la raza humana y el continuo nacimiento de nuevas vidas inevitablemente haría que la población mundial aumentara escandalosamente hasta llegar al canibalismo debido a la escasez de alimentos… sólo algunos podrá optar a aquello y obviamente vendrá el debate, siempre demagógico, pero a veces cierto, sobre que “todos tenemos los mismos derechos” y que “somos todos iguales”, etc. (Nada menos cierto en la práctica)


Ahora, se preguntarán ¿de qué moriremos?,
¡de todo menos de viejos poh, ahueonaos!


Socio, ¿qué vale la Peluca?

Y lo mejor, (cuestión de la que no me cabe duda), teniendo tanto tiempo y experiencia en la Tierra, inevitablemente nos acercaremos a nosotros mismos y por ende a resolver nuestros conflictos y a conocernos mejor a nosotros mismos… es aquí donde entra la meditación en cualquiera de sus formas. En este avanzado estado de evolución humana podremos elegir cuando “desencarnar” (o lo que hoy llamamos “morir”).


Cuando hayamos alcanzado la iluminación (o estemos cerca de ésta) podremos mirar de frente a la “muerte” y fundirnos en ella en el “Abrazo Eterno”; o simplemente dejamos de tomar las pastillitas mágicas que nos hacen ser jóvenes y blondos para comenzar el viaje del envejecimiento… digamos que nos suicidaremos paulatinamete, pero teniendo de respaldo la sabiduría de lo que estamos haciendo; en todo caso (y eventualmente) la raza humana se irá haciendo más longeva nuevamente, pero eso será cuando seamos menos almas en este planeta, ya que hoy el asunto es inviable.


Los invito a morir en plenitud, habiendo hecho todo lo que nos corresponde (y no más ni menos); habiendo cumplido principalmente uno mismo y que la “compasión” (como le llaman los budistas) sea lo que nos ayude a ayudar al prójimo.


Llegar a estar en el lecho de muerte indiferente por el dolor físico (aunque sintiéndolo), con cierto temor natural a lo desconocido que viene (que tan desconocido no es, ni tanto temor nos da tampoco…) y poder mirarnos de frente y exhalar en paz y profunda alegría para fundirnos (aunque sea por un “tiempo” determinado) con el Todo o el Vacío (como dicen mis amigos Zen).


De ahí en ese momento quedamos a merced de las “herramientas” que hemos logrado reunir en esta vida; estaremos en un estado similar a la somnolencia en que apenas podremos distinguir qué es qué con esa alternación de caras y figuras entre unos escenarios cambiantes y llenos de sensaciones crudas y tendencionales… recordemos; para morir bien no basta siempre el arrepentimiento de último momento, sí el haber acumulado experiencias que nos hayan hecho crecer en la vida, aquellas que nos golpean y mellan la personalidad, las que duelen, las alegres y tristes (que siempre terminan siendo gratas si se convierten en experiencia…)


Si te llamai Ícaro tamos hasta el hoyo, loco...


Por lo mismo, ¿es efectivamente la “muerte” lo que nos separa de aquella fusión infinita (Vida Eterna) y nos despoja de ésta “vida”?
O es simplemente nuestra ignorancia de que estamos sólo en uno de los tantos procesos de cambio (de entre los muchos y misteriosos que hay, de los cuales ni siquiera hemos concebido aún…)

Como dice una canción de un gran grupo inglés;
“´Cause if you´re gonna Die, Die with your boots On”

Ya, ahora en vez de estar leyendo huevás, váyanse a "vivir" lo que les queda de "muerte"...

* Abraham fue padre a los 90 años de Isaac (junto a su mujer) y de Ismael (junto a su empleada); le decían el "adiestrador de arañas"; se sabe que de Isaac vino el Pueblo Judío, y de Ismael vinieron los Musulmanes. Tuvo 74 hijos más, pero fueron ovejas.


1 comentario:

Cote dijo...

JALOUUUUUUUUUUU!!!!!!!!!!! entre tanto nacimiento refresca hablar de muerte ja, ja. Me acordé del tío Andrés, snif!